El Pensamiento


Una reflexión sin importancia.

Un pensamiento sobre lo que me he visto obligado a vivir
en los últimos meses. Una lucha entre la mente y el corazón para la que no estaba preparado.
Sumergido en la oscuridad y ahogado en un dolor que no me dejaba un instante, he visto como mis sueños e ilusiones eran destruidos por alguien con quien habría compartido mi vida. Este enemigo, el peor que podía encontrar, vivía dentro de mí, mi pensamiento.

Fui a pasar cinco días al rincón más remoto del círculo polar Ártico, en Siberia. Un mundo cubierto de nieve. Un rincón para poder pensar sin ningún tipo de distracciones.
Hasta ese momento, no había conocido un lugar parecido.
Allí, en esa parte del mundo, aislado de todo, existían leyes especiales, hechas por hombres especiales, con una moral, una forma de ser y de pensar inusual.
Vivían en ese lugar tan pocas almas que era difícil encontrarlas incluso durante el día.
Sólo después de una tormenta de nieve que llegaba a cubrir hasta la mitad las ventanas de las casas, y en algunos casos las cubría por completo, se podía ver al día siguiente, algunos grupos de personas que con una pala en la mano se hacían espacio amontonando la nieve caída.
La pala se hundía por debajo de aquella masa blanca que resplandecía al sol, como un cuchillo caliente atraviesa la mantequilla, y cuando caminaba en la noche penetrando en la oscuridad, crujía helada bajo mis pies.
En ese lugar, el tiempo que pasaba lento y silencioso adquiría un valor más alto, por la capacidad que tenía de purificación del alma y regeneración de la moral.
Recortar esos momentos, donde reorganizaba los pensamientos y las sensaciones sentidas en aquel periodo de tiempo, me daba un placer que no puedo explicar.
Revisaba mis prioridades de vivir, de tener, de amar, para ir adelante en la vida, y averiguar si habían cambiado. Si lo que quería para mí y para mi futuro, era lo mismo que tenía ante mis ojos, en la manera y en la forma que se me
presentaba, o si aspiraba a otra cosa.
Y si el escepticismo niega todas las posibilidades de conocimiento real, el pensamiento se desarrolla en simbiosis con este en un esfuerzo constante por superar las provocaciones.
A menudo sucede que quien piensa, no está seguro de pensar. El propio pensamiento se balancea entre la realidad y la ilusión, entre el sueño y la esperanza, entre la verdad y la mentira. Se escapa y se desliza, negándose a veces a dejarse agarrar. Un pensamiento enfermo, lejos de la verdad.
A veces imaginar, es mucho peor que conocer una verdad terrible. La certeza puede ser dolor, pero la incertidumbre y la duda, son pura agonía.
Yo, sufría por las sensaciones creadas por mis pensamientos que me asaltaban durante la noche, despertándome.
He prestado siempre mucha atención a lo que percibo, como si todo estuviera atado a mí por un hilo muy fino.
Y cada vez que este hilo llega a cortarse o privarse de una de sus partículas, tengo la sensación de haber sido traicionado de alguna manera.
Aquel pensamiento me trasmitía la esperanza de que las cosas podían volver a ser como yo ilusoriamente imaginaba.
No podía trabajar, no podía escribir, no podía amar. Me encerraba, sin querer, cada vez más en mí mismo.
Me hacia preguntas, y buscaba las respuestas atormentándome.
Pero no había forma de explicar todo aquello, carente de cualquier explicación lógica e inteligente.
Había evidencias que no quería ni ver ni aceptar. Y esas evidencias traían consigo las respuestas que estaba buscando.
Revisaba cada línea, cada diálogo, cada momento vivido, y engañándome, me esforzaba por encontrar el significado oculto que mas me convenía.
Traté de descubrir las sombras de lo que había vivido y de lo que me había sido dicho. Había sin quererlo creado mi pena y mi prisión. Ese pensamiento se había apoderado de mí ser.
Aquel dejarme llevar que de vez en cuando me arrebataba, aquella rendición deliberada a la propia resignación, un aplastante necesidad de descanso, por una continua tensión y angustia agotadora hacia una felicidad tan difícil de lograr, pero a la que, a pesar de las adversidades, no quería renunciar.
Con demasiada frecuencia he tratado de difuminar los colores de aquel innegable presente que tenía ante mis ojos, especulando sobre las posibilidades que me eran favorables.
Inventándome esperanzas, cada una de las cuales, llegaba a mi acompañada de una pesada desilusión que no tardaba en producirse cuando esa esperanza se encontraba con la realidad.
No sé si es por esa ilusión que no he logrado la felicidad, o si, justamente, porque sabía que no era capaz de alcanzarla, la ocultaba voluntariamente en esta ilusión.
Recuerdo que… una noche, alrededor de la media noche alguien me despierto. Encendí la luz.
La tenue luz de la lámpara iluminaba apenas la habitación. Sentí que algo iba a suceder.
Como si alguien me hubiese despertado a propósito para devolverme la vida.
Fui al baño varias veces, empecé a hojear las páginas de una revista, me preparé una taza de té caliente para tener un poco de compañía. Como si un gesto normal pudiese convertirse durante la noche en algo extraordinario.
Estamos demasiado acostumbrados a correr y demasiado poco acostumbrados a juzgarnos con honestidad y verdad, a intentar descubrir lo que hemos llegado a ser para ver si nos sigue gustando lo que somos.
Estamos tan concentrados y preocupados por nosotros mismos, escondidos detrás de nuestro egoísmo y ausentes delante de todo, que siempre pensamos que el mal , el dolor, el sufrimiento nos viene de fuera y no desde dentro de nosotros.
Casi nunca pensamos que lo que nos acontece, es la consecuencia de ese pensamiento que hemos creado, que cambia nuestra forma de ser y de vivir, mezclando las prioridades, los valores, los sueños, las ilusiones, hasta el punto de no reconocernos.
Sólo al final del conocimiento de todas las cosas y de los acontecimientos tuve la posibilidad o la suerte de entenderlo.
He entendido-que si un hombre no se agarra fuerte a la verdad y a la realidad de lo que pasa antes sus ojos, puede suceder que sus pensamientos, lo lleven a reconocer que mas verdadero que su verdad es lo que estos le trasmiten en la forma y en el modo, que considera más conveniente, obligándolo a recibir falsas sensaciones que lo llevaran a confundirse. Me había convertido en un prisionero de mis sentimientos.
E incluso cuando, reconocidos como un error, ya no era capaz de alejarme tanto los amaba.
La ansiedad se manifestaba en mí con el vacío que se genera entre el modo en cómo son las cosas y el modo en que pensaba que hubieran podido ser. Algo que se interponía entre lo real y lo irreal.
Una decepción por lo que estaba viviendo que trataba de mantener oculto con esa dolorosa y penosa sensación de expectativa, para no romper aquella falsa armonía que tenia que tener, para seguir adelante en la vida, y poder interactuar con el mundo que me rodeaba.
He entendido-que un hombre no es libre cuando es dueño de sus propios pensamientos, pero es libre cuando no es esclavo.
No cuando no tiene constricciones, que éstas, de una manera u otra, están siempre presentes, sino cuando no percibe estas constricciones como tales. En pocas palabras, es libre cuando sus necesidades coinciden con su voluntad. Cuando sus pensamientos no lo influyen, no lo condicionan, y no tienen la capacidad de cambiar su estado de ánimo.
A veces, un pensamiento se arraiga y se convierte en una obsesión que no nos permite ver y ni siquiera de entender.
Tanto nos concentramos en superar ese pensamiento que nos atormenta el alma.
He entendido-que la incapacidad actuar de forma espontánea, de expresar lo que realmente se siente y si piensa, la consecuente necesidad de presentar un “seudoyo” a nosotros mismo, es la raíz de un sentimiento de debilidad.
Que si un hombre quiere convertirse en un verdadero averiguador de la verdad, por lo menos una vez en su vida debe dudar lo más profundamente posible, de sus pensamientos y de las sensaciones que esos le envían porque podrían ser falsas o sólo el resultado de la propia creación.
He entendido-que si aquel pensamiento nos trasmite falsos sentimientos, esos sentimientos nos harán sufrir como si fueran verdaderos, porque seria improbable notar la diferencia.
Nosotros dibujamos nuestro dolor, partiendo de algo que muchas veces nace sin fundamento.
El todo y la nada nos trasmiten serenidad por igual.
Nuestro enemigo no es la ansiedad. Pero si, aquella ansiedad paralizante, capaz de bloquearnos y obligarnos a una continua fuga. La que nos sumerge en continuos rituales y círculos viciosos
El hombre ansioso, para su desgracia, se queda a medio camino, siempre a merced de un indicio, de instalarse en la seguridad del ser.
He entendido- que hay cosas y hechos en la vida que no pueden ser juzgados por nadie sin haber sido vividos.
Sólo puedo decir únicamente que la privación moral o la destrucción de un sueño o de una ilusión son mucho más crueles que los tormentos físicos.
El hombre sencillo que pierde el sueño y la ilusión encuentra en la sociedad que lo rodea todo lo que necesita, y después de un tiempo vuelve a ser el mismo que antes.
Pero el hombre dotado de una sensibilidad sutil, sufre mucho más. Debe ahogar sus necesidades y hábitos.
Se debe trasladar a un medio de vida insuficiente, obligados a respirar otro tipo de aire, y el tiempo que necesita para recuperarse es sin duda mayor visto que, lo que lo rodea esta muy lejos de su sensibilidad.
He entendido- que la esperanza para el hombre simple privado de su libertad de pensar, es diferente del hombre sensible que vive una percepción desemejante de la vida.
El hombre simple espera algo de la suerte, de la casualidad de los eventos fortuitos que pueden cambiar. Y en aquella espera, vive tranquilamente sin preocupaciones.
No ocurre lo mismo con el hombre sensible, que no puede aceptar de ninguna manera su destino como algo definitivo como algo que sea parte de una vida real.
He entendido-que la base de todos los deseos y necesidades, a los cuales el hombre está ligado y vinculado es el pináculo de su dolor.
Si le viene a faltar los objetos de sus deseos, su vida oscila como un péndulo, aquí y allá, entre el dolor y la
alegría, entre la verdad y la mentira de su pensamiento, pues son en realidad su verdadero elemento constitutivo.
Esa incesante inquietud sin palabras por lo que es obvio, aquella impaciencia singular, nacida de la esperanza que a veces se produce involuntariamente y que en ocasiones, es tan infundada que parece puro delirio.
En mi búsqueda espiritual, en ciertas ocasiones, llegaba a bendecir el destino por haberme enviado a esa soledad, sin la cual no hubiera sido posible ni aquel juicio sobre mí mismo, ni siquiera aquella estrecha revisión de mis pensamientos
Al final-llegué a la verdad de lo que viví, y de lo que tuve delante de mí.
La duda se había ido y yo volví a ser un hombre libre.
Un hombre feliz, dispuesto de nuevo a sentir, a amar, a estar en sintonía con aquella parte de vida que me había abandonado.
Como una esponja húmeda que pasa sobre una pizarra y borra de golpe todo lo que había sido escrito anteriormente, aquel pensamiento obsesivo había desaparecido.
Aunque ahora me ha resultado un poco doloroso recordar mi estado de ánimo de esos momentos, tengo ante mí la libertad. Tengo ante mí una nueva vida. Tengo ante mí la resurrección entre los muertos.
Estoy viviendo un momento maravilloso.
Y el alma pregunta.

Il pensiero ( IN ITALIANO)

Acerca de samuele-beni abram

Algo sobre mí No me gusta hablar de mí mismo, para venderme, hacerme publicidad o intentar resultar simpático a los demás. Nunca he buscado la aprobación de todo el mundo sobre lo que soy, sobre lo que escribo o lo que pienso. Prefiero darme a conocer y revelarme a las personas que tienen dentro de sí el deseo y la inquietud de acercarse a mí a través de mis escritos. Entre las líneas de lo que escribo, a un alma sensible le será fácil entender el carácter, la personalidad, e incluso una pequeña parte de aquello que vive dentro de mi océano interior. Escribir para mí es más que un placer, es una necesidad, dar forma a mis pensamientos me hace sentirme parte de algo. A veces escribo para expresar el dolor, la tristeza, el amor, el miedo, la incertidumbre, la duda… que vive dentro cada ser humano, otras simplemente para comunicar mi visión de la vida. Espero solo que lo que escribo encuentre un lugar en vuestros corazones; sería para mí el mejor regalo que pudiera recibir. Samuel beni- Abram
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5 respuestas a El Pensamiento

  1. ANNA dijo:

    Me alegro mucho. Y deseo que contagies a tu alrededor

  2. Thais dijo:

    Las grandes verdades las debe reconocer uno mismo, que grande eres!!

  3. Gianni Vergelli dijo:

    CIAO PALLOSISSSIMO, BELLO QUELLO CHE HAI SCRITTO, E MI E’ VENUTO IN MENTE UN LIBRO BELLISSIMO CHE HO LETTO DA POCO: SHANTARAM. COMPRALO PERCH SONO SICURO CHE TI PIACERA’ UNA STORIA VERA. CECCO COME STA? HO PROVATO A CHIAMARLO MA NON RISPONDE, FAMMI SAPERE, UN ABBRACCIO E BUON ANNO

  4. mar dijo:

    se que no ha sido facil.se que muchas veces es duro.se que las cosas no siempre son justas,pero eso no significa que debas ser tan agrio.el viaje deberia volverse un poco mas placentero,y la vida deberia ceñirse a las reglas de juego.el tiempo pasa demasiado deprisa en todo,salvo cuando se trata de sanar nuestras heridas,algunos dias son mejores que otros,algunos son peores,a vecestodo sale bien.a veces cuesta sobreponerse al dolor.de todo corazon ,desearia tener mas respuestas.quiero que sepas lo mucho que me importa.ojala que el camino que tenemos por delante fuera mas claro y que yo pudiera caminar a tu lado todo el trayecto.deseo que tengas un angel guardian,alguien que te proteja.quiero que prestes suma atencion a tu corazon,ya que siempre te dira la verdad.quiero que tengas fe en el mañana guiaran tus pasos hoy.y bien se que las cosas no han sido faciles pero tambien se que todo saldra bien.cuando una puerta se cierra trasde ti,otra se abre de par en par,este cambio en tu vida tiene un proposito y un motivo que solo el tiempo develara.con gran cariño.mar

  5. Conosco Samuele beni abram, prima ancora che si mettesse a scrivere. La sua sensibilità a bussato alla porta della sua anima quando gli ha tolto il’ingenuo sorriso. Il suo dire scaturisce qualcosa di innovativo proprio perché capace di leggere la stupida realtà, con l’intelligenza di chi possiede una profondità. Il risultato è che ad Abram le cose di tutti sono già conosciute e ciò che cerca di spiegare e’ compreso da pochi.
    La sensibilità non si spiega, si possiede. L’esempio di Abram vuol essere un tentativo di riconoscere una verità che si esplica in parole a volte dure quasi voglia dare la soluzione dell’amore come fonte principe della pace nel mondo.
    Un grido di disperazione ma anche di aiuto a chi vuol approfondire la conoscenza di se e delle cose che lo circondano.
    Un caro saluto ad uno scrittore degno di nota e ad un amico vero
    Stefano Pecchioli
    http://www.stefanopecchioli.it
    stefanopecchioli@libero .it

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